JOSÉ JUSTO MONTIEL. PINTOR ORIZABEÑO

La obra de Montiel se dio a conocer en la ciudad de México en 1942 a través de la galería de arte “Decoración”, en una época en la que se iniciaba la revaloración del arte decimonónico realizado en los estados de la República. Dos años después, se expusieron en el Palacio de Bellas Artes varios óleos del artista al lado de otros de pintores veracruzanos. Por su singularidad, se consideró que conformaban una “Escuela Regional Veracruzana”, en el entendido de que los pintores se habían formado sin ninguna influencia de la enseñanza académica y que su producción era “ingenua o popular”. Sin embargo, se sabe que algunos de ellos sí tuvieron una formación académica. Tal fue el caso de José Justo Montiel, quien nació el 5 de agosto de 1824, en la hacienda de Tecamalucan del pueblo de Acultzingo, perteneciente al cantón de Orizaba. A los 14 años inició sus estudios de pintura en el taller del maestro Gabriel Barranco. Más tarde, en la ciudad de México, ingresó en la Academia de San Carlos, donde fue alumno del artista catalán Pelegrín Clavé. Algunos de sus condiscípulos fueron Tiburcio Sánchez, Fidencio Díaz de la Vega, Ramón Sagredo y Felipe S. Gutiérrez, con los que sostuvo amistad a lo largo de los años. En 1860 José Justo regresó al taller de su ciudad natal, por donde pasaron personajes de la sociedad orizabeña a los que retrató con gran maestría. Su relación con el clero secular y regular se hace evidente en su obra, la cual también da testimonio del entusiasta recibimiento que se dio a Maximiliano y Carlota a su paso por Orizaba en 1864. Otros géneros en los que incursionó fueron la pintura religiosa, el paisaje y el bodegón.

Como algunos pintores de su época, Montiel recorrió la República Mexicana en donde dejó varios testimonios de su producción artística, principalmente de retratos, los cuales presentan diferencias estilísticas que lo separan de las enseñanzas de su maestro Clavé.

Los retratos de Montiel se caracterizan por la habilidad con la que manejó las luces y las sombras para definir los rostros, y por la fina sensibilidad para lograr el parecido físico y el carácter de sus modelos. De igual manera, sus paisajes son un testimonio del entorno veracruzano, región amada por el pintor.